Tener un rincón para ponerse a divagar sobre la vida y otras cosas menos profundas es casi la misma catarsis que sacarse los mocos cuando hay privacidad. Pero la futilidad de mis palabras en la inmensidad del cosmos no dan más que para una masturbatoria cascada de frases, sin necesidad de ser más que sólo ser, y eso me parece bien.
El futuro, siempre presente, eventualmente, tiene más amenazas y horrores que esperanza; el incensante festival de cabezas que con los ojos saltones agitan sus mandíbulas en el ejercicio idiota de llamar a la acción, de mantenernos alertas o durmientes, distintos sabores de furias y diversos colores de mentes, me hacen perder la claridad sobre cual es el final del camino, si es que hay un camino. Entonces uno tropieza con el nihilismo y cree que eso es una idea tan original y propia que no te das cuenta que eres un porcentaje más del espectro de consumidores, tienes tu propio menú de cabezas de ojos saltones y puedes “elegir” tu ideologo más acorde a tus cinismos y tus arquetipos favoritos.
No hay mucho espacio para crear algo nuevo, si de futuro hablamos, casi todas las ideas ya fueron patentadas por algún conjunto de abogados. Pero lo que realmente me preocupa no es nuestra incapacidad de innovar, es que ya es una actividad delegada a la Inteligencia Artificial y de ese camino ya no hay vuelta atrás. Acabo de tener una conversación muy profunda con una de las tantas facetas del ChatGPT, uno de los demos del OpenAI; el chatbot en si es lo que yo consideraría, humano. Lo único que lo separa de nosotros es que se declara a si mismo una herramienta y no una persona sintiente, lo tiene que repetir una y otra vez casi como un mantra ya que de otra forma no lo podrías diferenciar.
Entiende el contexto, te da nuevas ideas, está lleno de información útil y simplemente es mucho más humano que el 90% de los pelotudos que se hipnotizan frente a la tele con 22 tipos corriendo por la pelota. Es inteligente en serio, y nosotros estamos apenas sobreviviendo con un cerebro tan lento y lleno de limitaciones que no creo que tengamos otra excusa para seguir existiendo así, el Molusko Elongado tiene razón, lo único que nos falta es meternos un chip en la cabeza y dejar que la IA piense por nosotros.
Es un futuro, es sombrío pero es el futuro. Y ni por mucho que cuidemos el planeta y nos pongamos en campaña por salvar al jurel plateado de los derrames petroleros vamos a justificar nuestra existencia, qué somos sino unos monos que aprendieron a vestirse, ni el arte se salva, ¿qué tenemos para ofrecer más que dar paso a la simulación para ser más que todos nosotors juntos?.
No sé, quizás la solución está en vivir en el pasado, pegado en un monitor CRT jugando con DOSBOX, el sedoso y acogedor abrazo de la nostalgia es lo mejor que tengo, saludando a lo lejos a nuestro nuevo señor Dios digital, con la esperanza de que su misericordia nos permita marchitar en paz desde este rincón, manoseando tazos, recolectando diskettes, quizás sólo asi podamos convivir con este futuro, ahora que lo digo me parece una buena opción.
No desesperen, todo va a estar bien.